domingo, 28 de noviembre de 2010

MINIRELATOS

Cuando se fue a dormir, el dinosaurio aun no había llegado
Cuando quise verla ya no estaba ahí, lamenté mucho, por cierto, no estar cuando ella me llamó.


Lo más notable de todo es que me he pasado la vida persiguiéndola y ahora que por fin la he alcanzado ya no recuerdo para qué.


De puro caballero abrió la puerta para que ella suba. Ella, sin muchas más
explicaciones le pidió un boleto y fue a sentarse al fondo.






De puro dulce, el tomate, se convirtió en mermelada, ella, la tostada, sin embargo prefería el dulce de leche.





Cuando por fin reconoció en los ojos de su asesino a sus propios ojos, se dio cuenta que estaba delante de un suicidio.

TODA LA NOCHE ESTUVO SOÑANDO EN VOZ ALTA Y NADIE SE ANIMÓ A DESPERTARLO. AUNQUE DE ESTO YA HACEN TRES AÑOS
( a la memoria de mi padre)

miércoles, 24 de noviembre de 2010


Era alto, de huesos grandes, débiles, un poco uruguayo y un entusiasta defensor de mujeres nobles y morales, aunque inclinado a esquivarlas.

El tipo estaba al fondo del bar, en una de las mesas cercanas a las puertas de los baños, su barba estaba crecida , sucia, dorada y los bigotes amarillos trataban, infructuosamente, de disimular los dientes podridos, sin embargo, cuando me acerqué me dedicó una mirada de niño indefenso. No sabría decir porqué me recordó a un viejo marinero de uno de los cuentos de Abelardo Castillo, en donde un hombre rico y estrafalario, en una noche de fin de año decide ir al puerto y buscar a un hombre pobre y solitario e invitarlo a la cena de navidad. El caso es que encuentra al hombre en una mesa del bar, allá, cerca de la puerta de los baños, lo lleva a su casa y, después de la cena le dice que tenía un regalo para él, era un hermoso candelabro que el infeliz había estado elogiando. se levantó, lo envolvió en una sábana y con él lo mató de un certero y artero golpe en la cabeza.

El hombre era polaco y había vivido, creí entender unos años en Montevideo, aunque de esto último no estoy del todo seguro.

Me llamó con una seña. Fui.

Cuando por fin me contó su historia dijo que necesitaba dinero para volver a su Polonia y, sin más, me ofreció por poco dinero un candelabro de plata que cuidadosamente desemvolvió de entre unas sábanas blancas.

"BARTLEBY Y COMPAÑÍA"


Dejar de escribir es, sin más, una forma romántica de defender al silencio.

Y esto en respuesta a un no poco curioso libro de Vila-Matas, "Bartleby y compañía".

Allí, Vila-Matas, se decide a romper su propio silencio "denunciando" a todos los escritores (que son de a cientos !), quienes por una u otra razón decidieron dejar de escribir. Callarse.

Una lista casi sin fin son las especulaciones de Vila-Matas, otras, en igual número son las respuestas ingeniosas de aquellos "Bartleby", nacido del personaje maravilloso bajo la pluma de H. Melville (autor entre otros de Moby Dick)

"Preferiría no hacerlo" fue la magistral respuesta del escribiente copista en su primer día de trabajo. Y allí nacieron los "Bartlebys", esa rara raza de escritores según V.M.

Leí su libro como hacía años no me pasaba, casi en una sola noche. Sin embargo hay algo que, paradógicamente no se menciona en él.

Como una gran broma, como una batalla perdida al tiempo, aquellos escritores prolíferos por el afan de permanecer en la inmortalidad (quizás), han sucumbido ante la muerte. Siendo todo lo contrario la suerte de los "Bartleby" quienes optaron por el silencio, silencio que los exedió y existe aún, como una desición premeditada aún después de sus desesos.
Una broma ingeniosa sin dudas.

PUNTOS DE VISTA


Siempre me han gustado las putas...tanto que terminé por casarme con una.

nuestros primeros años han sido como un cabarte !, me la he pasado trabajando tan sólo para darle todo el dinero a ella. Sin embargo, y pasado el tiempo yo he cumplido con mi parte del acuerdo pero ella no con la suya...

Por tanto he decidido buscarme como amante a una mujer casta y respetable !

martes, 23 de noviembre de 2010

COSAS

HACE YA DE ESTO UNOS AÑOS...ME ENCONTRÉ CON UN AMIGO QUE VENÍA DE UN LARGO VIAJE: ¿CÓMO ANDÁS? ¿CÓMO HA IDO TU VIAJE? ¿Y QUE VAS A HACER? ¿DE QUÉ VAS A TRABAJAR?
ME MIRABA, NO HABÍA MÁS EXPRESIÓN EN SUS OJOS QUE LA DE UN NIÑO QUE NO ENTIENDE DE QUÉ LE ESTÁN HABLANDO...COMO EN ESE ENTONCES NO PERCIBÍ QUE NO LE DABA TIEMPO PARA CONTESTARME, AGREGUÉ: ¿PORQUÉ NO TRABAJÁS DE TAL COSA? ¿O DE ÉSTA OTRA? ¿O DE ÉSTA?, EN UN RESPIRO MÍO ALCANZÓ A DECIR: A MÍ ME PARECE QUE HABIENDO TANTA GENTE QUE QUIERE (Y NECESITA) TRABAJAR, QUE LO HAGA YO QUE NO QUIERO (NI NECESITO), SERÍA COMO INMORAL, NO TE PARECE?, SU OJOS ME REBELARON LA INOCENTE MIRADA DE UN CHICO, PESE A QUE YA TENÍA MÁS DE CUARENTA..

Adeus !

El día de mi muerte no quiero nada,
que nada se diga, yo ya lo dije todo.
No quiero flores, yo ya las dí,
no quiero saludos porque ya saludé a mis amigos en vida.
No quiero un entierro triste, ni uno alegre
sólo quiero que mis hijos me recuerden más allá de mis aciertos y errores, al fin de cuentas, hice lo que pude !

sábado, 20 de noviembre de 2010

NOCTURNO

Enrique Lihn -
Eres la primera que te me paseas por aquí en mucho tiempo a la redonda:
«Víveme, víveme, yo soy inagotable»,
con tu absurda existencia al desnudo:
«has visto tú qué linda soy dímelo chico»
pequeños senos duros rompeolas y el juego de las nalguitas:
«me canso en todo, menos en esto»
Y apruebo lo de mulata canela que te dicen,
el relajo ése de «óyeme, enfermona, tú,que no somos de palo ni de hierros»
Vaya, como en cada uno de tus condenadas historias
jálate también aquí una conga del carajo

París era una fiesta

  • París era Palomar, y Auschwitz, era todo el principio y el fin de todo era Hijitus y el Zorro eran las tardes de Laurita era el primer beso y la pelota el Rauli y Butaca, era todo. París era como Palomar, sólo que más lejos, un poema escrito con una pelota y jugar a la payana, era nada más allá de las rejas y el padre Trabucco dándonos la comunión y entonces vos nos mirabas desde el segundo piso y llorabas; lo supe después, y antes de tu muerte temprana, supe que para vos no era París porque vos sí viste que París existía, en cambio yo y los otros, yo y el Rauli y el Toli y el Pepe no sabíamos nada de París ni de vos que, asomado al segundo piso nos mirabas sin poder decirnos que París no existe, no, al menos no allí, en Palomar, que el mundo no terminaba tras el alambrado sino que allí comenzaba y a las siete cuándo daban al Zorro yo recorría los tejado de California y me tiraba sobre Tornado y vos que no tenías el gusto del Toddy en tu memoria me dijiste, años más tarde que la leche de la tarde era fea que no te gustaba, que no te gustaba nada de lo que allí había, que no te gustaba Laurita ni la pelota ni nada que, y definitivamente Palomar no era París, que la estación era la puerta del mundo y que años más tarde te diste cuenta que esa puerta era la puerta de la vida y la muerte por dónde se te dio por pasar y yo, del otro lado dejé que pasen los años que tenga que comprar en DVdís la colección de Hijitus y escribir en una tarde fea Palermo que te equivocaste, que la vida no es ni ésta ni aquella, que París y Palomar sólo existe en nuestras cabezas, que en el alma tengo una zamba, zambita tucumana que ya no me importa zambita de mi esperanza amanecida.
  • Palomar queda a nueve estaciones de Palermo, a nueve años luz de mis recuerdos y a un pasito nomás del París de la rayuela pisa pisuela. Color a pelota, color a ciruela.

May

Aquel verano el médico dijo esta mujer se está muriendo y la llevamos a la casa; estaban sus plantas, el patio, la macetas, ese olor a la Ambré de Watteau que salía de la cama, de entre las sábanas se mezclaba con el olor a la madera que subía del piso. Ella sólo entró con los ojos que le explotaban porque sabía que no había tiempo.
Las noches en el hospital se transformaron en un adiós con olor a penincilina, le hice el amor a una enfermera en un sucio banco de madera a la salida de los ascensores, ella me dijo pero qué niño tan precoz , yo no tenía tiempo de decirle que la quería, aunque no la quería, no quería saber ni su nombre, ella allí y yo allí, en esa noche anónima del viejo hospital ferroviario, no había tiempo y esa noche me despedí al fin de esa mugrosa muerte que nos atrapaba y antes que salga el sol nos fuimos ver el patio, a las plantas al olor de la Ambré de Watteau y vinieron las visitas y a ella casi que no le importó ( y a mi tampoco), todas rezaban y la familia traía té y café y masitas y gracias y te agradezco que hayas venido y ese olor que no era de nadie solo nuestro.
los ojos llenos, abiertos, celestes. Dijo adiós, era de tarde, era un verano de mi niñez.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

excepto hoy

Había jurado no llamarte más, nunca más. Pero, vamos, puedo hacer una excepción.
así como me prometiste no irte nunca de mi lado y sin embargo tu también has hecho una excepción,
como mi madrecita que no se iba a morir nunca y, sin embargo, ella también lo hizo.
hay veces que pienso en esto...que bueno que te fuiste, me ahorras el tener que rechazarte, que mentirte, después de tantos años...que bueno que no vi a mi pobre madre sufrir por viejita, que bueno, que bueno, pero hoy, si me dejas, te llamo.

Descuento

Mierda de vida, que con un ojo te mira y con el otro te odia, mierda de vida que mientras te guiño un ojo, te vas, como si yo no existiera. Ya no soy el pequeño que solía llorar, soy el hombre que mientras te mira te mete miedo. Aquel que mientras te apunta se acuerda cuando te ibas.

DROGAS, MISERIA Y NEGOCIO

LO QUE LA GENTE VE, ES QUE AQUÍ ES MÁS FÁCIL ENCONTRAR DROGAS QUE UNA BIBLIOTECA....
ESTE ES, QUIZÁ, EL ÚNICO LUGAR EN EL MUNDO DONDE EL CRÍMEN ES GLAMOROSO,
AQUÍ EL CRÍMEN NO VA ARMADO SINO QUE ANDA CON CELULARES TIPO EJECUTIVOS,
EN LAS CALLES SE VE AL DELINCUENTE CON PISTOLAS EN LA CINTURA Y DESCAMISADO,CON CADENAS DE ORO Y TODO TATUADOS,
AQUÍ EL CRÍMEN ES NEGOCIO,TODO EL MUNDO GANA SU DINERO:LA POLICÍA, LOS BANDIDOS, EL GOBIERNO,

NEGOCIOS SON NEGOCIOS.

YO SOY UNA SEÑAL DE ESTOS TIEMPOS...
YO ERA POBRE E INVISIBLE,
USTEDES NUNCA ME MIRARON DURANTE DÉCADAS.
ANTES ERA FÁCIL ESCONDER A LOS POBRES,
AHORA SOMOS RICOS GRACIAS AL PODER DE LAS DROGAS
Y USTEDES SE ESTÁN MURIENDO DE MIEDO.
ESTAMOS EN EL CENTRO DE LO INSOLUBLE
USTEDES ENTRE EL BIEN Y EL MAL,Y EN EL MEDIO, LA FRONTERA DE LA MUERTE, LA UNICA FRONTERA.
LA MUERTE PARA USTEDES ES UNA COSTUMBRE CRISTIANA O UN DRAMA FAMILIAR AL BORDE DE UNA CAMA POR UN ATAQUE AL CORAZÓN.
LA MUERTE PARA NOSOTROS ES EL PAN DE CADA DÍA,
TIRADOS EN UNA FOSA COMÚN.

LA POST MISERIA GENERA UNA NUEVA CULTURA ASESINA AYUDADA POR LA TECNOLOGÍA.SATÉLITES, CELULARES INTERNET, ARMAS MODERNAS.
LA MIERDA CON CHIPS.
CON MEGABYTES

NOSOTROS NO TEMEMOS A LA MUERTE,
USTEDES SE MUEREN DE MIEDO.
NOSOTROS ESTAMOS BIEN ARMADOS
USTEDES USAN CALIBRE 38
NOSOTROS ESTAMOS EN EL ATAQUE
USTEDES SE DEFIENDEN,
USTEDES TIENEN LA....MANÍA DEL HUMANISMO,
NOSOTROS SOMOS CRUELES, SIN PIEDAD...
USTEDES NOS TRANSFORMARON EN SÚPER STAR DEL CRÍMEN
NOSOTROS LOS TENEMOS DE PAYASOS.
A NOSOTROS NOS AYUDAN LOS POBRES DE LAS VILLAS MISERIAS...
POR AMOR O POR MIEDO.
A USTEDES LOS ODIAN.

USTEDES SON REGIONALES, PROVINCIANOS
NOSTROS SOMOS GLOBALES,(NUESTRAS ARMAS Y PRODUCTOS VIENE DE AFUERA).
NOSOTROS NO NOS OLVIDAMOS DE USTEDES
USTEDES SON NUESTROS CLIENTES
USTEDES NOS OLVIDAN CUANDO PASA EL SUSTO DE LA VIOLENCIA QUE PROVOCAMOS.
NO TIENEN SALIDA, SÓLO LA MIERDA.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Maria Bethânia - O que será ?

O que será que será

Que andam suspirando pelas alcovas

Que andam sussurrando em versos e trovas

Que andam combinando no breu das tocas

Que anda nas cabeças, anda nas bocas

Que andam acendendo velas nos becos

Estão falando alto pelos botecos

E gritam nos mercados que com certeza

Está na natureza

Será que será

O que não tem certeza nem nunca terá

O que não tem conserto nem nunca terá

O que não tem tamanho



O que será que será

Que vive nas idéias desses amantes

Que cantam os poetas mais delirantes

Que juram os profetas embriagados

Que está na romaria dos mutilados

Que está na fantasia dos infelizes

Está no dia-a-dia das meretrizes

No plano dos bandidos dos desvalidos

Em todos os sentidos, será que será

O que não tem decência nem nunca terá

O que não tem censura nem nunca terá

O que não faz sentido



O que será que será

Que todos os avisos não vão evitar

Porque todos os risos vão desafiar

Porque todos os sinos irão repicar

Porque todos os hinos irão consagrar

E todos os meninos vão desembestar

E todos os destinos irão se encontrar

E mesmo o padre eterno que nunca foi lá

Olhando aquele inferno vai abençoar

O que não tem governo nem nunca terá

O que não tem vergonha nem nunca terá

O que não tem juízo

BIOGRAFÍA DE MODIGLIANI






Por Gonzalo Ugidos



Morir de amor no es necesariamente un tópico literario. A veces es una verdad forense. Paolo y Virginia o Romeo y Julieta son emblemas de ese síndrome, como París es la ciudad emblemática de los amantes. En sus calles hay placas que balizan los sitios en los que se detuvo la vida de enamorados inmortales. Por eso sorprende que nada en la Rue Amyot recuerde la tragedia que hace 86 años tuvo lugar allí. Era invierno y una joven de 19 años, madre de una niña de 2 y embarazada de ocho meses, se dejaba caer de espaldas desde el balcón de un quinto piso. Era pintora, se llamaba Jeanne Hébuterne y la causa de su desconsuelo era que la víspera su amante, Amedeo Modigliani, había muerto de meningitis tuberculosa. No fue la única de sus amantes confrontada con el desgarro. Las pintaba para desnudarlas, las desnudaba para pintarlas, las amaba de mala manera. Intoxicado de penas y alcohol, a una la defenestró y a otra le marcó la cara con cristales rotos. Ninguna recuperó el sosiego tras la catástrofe de la separación. Muchas de ellas murieron jóvenes.
Modigliani (Livorno, 1884) apenas medía 1,65; pero era bello, intenso y excesivo. Murió a los 35 de su propia vida, infectada por la bohemia de las noches largas de hachís, alcohol, sexo, pendencias y otras ebriedades no menos líricas. En sus borracheras buscaba el alcaloide de esa aleación de vértigo y fugacidad a la que los románticos llamaban «vida». Era un epígono entusiasta del vive a tope, muere joven y deja un hermoso cadáver. Por eso, cuando la cocaína mezclada con hachís le sabía a poco, se colocaba con una absenta explosiva llamada mominette, un alucinatorio destilado hecho de patatas. Sus amigos Cocteau, Picasso, Brancusi, Blaise Cendrars… le llamaban Modí, que es exactamente como se pronuncia la palabra francesa para decir «maldito». Nomen, omen: el nombre es el destino. El suyo fue el de un marginal de porte aristocrático con su traje de terciopelo ocre, camisa amarilla, bufanda roja y un sombrero de ala ancha. Picasso dijo de él que era el único tipo en París que sabía vestir. Recitaba fragmentos de La Divina Comedia, mientras serpenteaba por entre las mesas de La Rotonde ofreciendo dibujos por unos pocos francos o un vaso de vino. Dessins à boire, arte no por comercio, sino por dipsomanía.
Desde niño se sintió amado por las mujeres, por su madre la francesa Eugenia Garsin, que era intelectual, corajuda, librepensadora e inculcó en su vástago el veneno del arte absoluto. Por su tía Laura, que le leía a Kropotkin y lo reconciliaba con su compleja herencia sefardí. Más tarde, por las mujeres de su Livorno natal, por las prostitutas de los arrabales venecianos. A los 22 años llegó a París. Era brillante, exquisito y hablaba el francés sin acento. Vivió en buhardillas miserables, en falansterios o comunidades utópicas cosmopolitas, en habitaciones de amantes eventuales, en hoteluchos de tres al cuarto, en la comuna de la rue Delta, de donde lo echaron por vándalo y camorrista. Con 14 años se mudó de casa 30 veces. Quería ser escultor, pero la tuberculosis, que le afectaba desde los 16 años, y su pobreza, que le impedía comprar la piedra, lo disuadieron de continuar. Empezó a pintar con la fiebre de una ansiedad que siempre lo escoltó como una sombra lacada y gris. Sus modelos eran invariablemente sus amantes, dependientas de lavanderías, bellas tenderas, groupies del arte, chicas de la academia de pintura Colarossi… Dibujó cientos de cuadros y miles de dibujos en solo 10 años. Siempre retratos y desnudos. Cuerpos y caras que expresan su avidez por desenmascarar la carne.
Cuerpos transfigurados por el deseo y la serenidad; rostros de mujeres atemporales, ojos azules de pupilas ausentes por donde se asoma el alma, cabezas oblongas, cuellos cilíndricos como robados a los cisnes. Retratos estilizados que parecen enmarcados en la horca. Festín sensual de líneas definidas y formas ovales. Sus malabarismos palpitan entre lo íntimo y lo remoto, entre lo tradicional y lo moderno, entre lo occidental y lo exótico. Es un hombre solo, un artista único, un pobre elegante, un moderno antiguo, un italiano francés, un desgarro en carne viva. Pintaba a sus amigos, al pintor analfabeto Chiam Soutine o al canalla Maurice Utrillo.
Pero sobre todo a las mujeres. Decía que «pintar a una mujer es poseerla». Así tuvo a la actriz Elvira, a una judía enigmática, a la modelo negra Aicha, a la mantenida Gaby, a Adrienne, a la señora Menier, a la rubia Renée, a Hanka Zborowska, a Louise o a la argelina Almaisa. En todas descubrió el borboteo de la sangre y la vaga distorsión de sus miradas. Muchas habían conocido el temblor de sus manos en caricias balbucientes, en gozos voluptuosos envenenados por el estrépito de las drogas y el repeluzno de la inminencia de la muerte. A muchas las maltrató de obra y palabra, pero ninguna le olvidó y todas le amaron. Algunas se sintieron, incluso, viudas del excéntrico pintor cuando éste murió.
De manera retórica, no física, amó a Eleonora Duse, la amante y musa del escritor Gabriele D’Annunzio. Él tenía 21 años cuando la pintó; ella, 47, y formaba junto con Sarah Berhardt y Ellen Terry, el trío de las tres gracias de la escena del siglo XIX y los primeros años del XX. A la Duse, Modigliani la pintó con el rostro difuminado, como queriendo rescatar en la tela la enigmática luminosidad de su rostro perfecto. Si el pintor la amaba, la amaba como a un ángel. Todavía le faltaban varios herbores para que del artista joven empezara a brotar el sátiro.
Cuatro años después, sedujo a la mejor poetisa rusa de todo el siglo XX, Anna Ajmátova, a quien conoció en París cuando ella estaba de luna de miel con su marido, el poeta Nicolai Gumilev. Modí tenía 26 años; ella, 21, con ojos verdiaguados, cabello oscuro y un perfil egipcio, como el de las máscaras que el pintor había admirado en el Trocadero parisino. El artista y la modelo se enamoraron, pasaron juntos el verano de 1911 y, bajo esa influencia, ella escribió poemas convulsos que forman parte de su primer libro, Atardecer. Él no llegó a pintarla nunca, pero la dibujó 20 veces. Aunque intercambiaron tiernas cartas de amor, se perdieron en el sitio de Leningrado. Fue la menor de las tragedias de la vida azarosa y triste de Anna Ajmátova.
Con la escritora y periodista sudafricana Beatrice Hastings, Modigliani vivió dos años en Montparnasse. Le hizo 11 retratos y una copiosa serie de dibujos. Bajo seudónimos múltiples, esta feminista mística, misteriosa y sexualmente liberada, evocaría el esplendor y las broncas de aquel amor tempestuoso. «Era un cerdo y una perla, hachis y brandy, ferocidad y glotonería», así lo recordó hace años en la revista New Age. Contó también que Modí la arrojó una vez contra el cristal de una vitrina. Sola y pobre, muchos años después Beatrice Hastings metió la cabeza en el horno de gas y se quitó de en medio para siempre.
La maldición de Modí alcanzaba a sus mujeres como un efluvio del diablo. Lo comprobó en carne propia la canadiense Simone Thiroux, que se había propuesto viajar a París para compartir el sueño, y sobre todo sus prólogos, con cuantos más artistas mejor. Rubia, alta y elegante, se acomodó bien a las borracheras heroicas del artista y a la destemplanza de sus resacas, salvo que una noche de delirio etílico el artista endemoniado le marcó la cara con un vaso roto. Estaba embarazada y Modiglinai la acusó de dormir con otros, rechazó su paternidad y la puso en la calle. Cuando el niño nació, su madre lo llamó Serge Gérard y lo dio en adopción. Era el vivo retrato de Amedeo. Simone quiso volver con su amante. «No puedo estar sin ti, necesito que no me odies. Un poco de cariño me haría mucho bien». Modí no escuchó su súplica. Ella murió después de tuberculosis a los veintitantos. Sólo un año sobrevivió a su amante.
Su gran amor. Antes hubo otras muchas: Nina Hamnet, Lunia Czechowska, María Vassilieff, Burty Haviland. Ellas le dieron amor, dulzura y mucha paciencia; él las desnudaba el cuerpo y las revelaba el alma en telas que ahora son caras e inmortales. Los romanos llamaban fascinatio al vínculo entre el sexo masculino erguido y la mirada que lo sorprende. Modigliani era fascinante no sólo por el fuego de su mirada. Pero de todas las historias de su corazón la más triste y desgarradora fue la última. Conoció a Jeanne Hébuterne en 1917, cuando ella tomaba clases de pintura en la academia Colarossi y él tenía su taller justo al lado, en Montparnasse. Jeanne Hébuterne tenía 16 años; Modigliani, 33. Pasaba por ser un solitario cimarrón, abismado en una angustia perpetua. A ella le gustó él porque había un reverbero de dolor en su mirada. A él le gustó Jeanne por la frescura de su rostro fino, sus ojos azules, el esplendor de su cabello castaño. La encontró dulce y melancólica. Jeanne Hébuterne aún no sabía que ese hombre bello era un implacable destructor de las mujeres que amaba. No supo que ese amor oscuro la atraparía hasta la aniquilación.
La pareja se instaló en un estudio de la rue Grande-Chaumière, contra la voluntad de los padres de ella, que no aceptaban a ese «pintor pobre, judío y extranjero». Fue amante heroica en gozo y en dolor. No sabemos mucho más. Hablaba poco, nadie la vio reír. Quedan tres fotos de ella que no la acreditan como singularmente bella, pero Jeanne Hébuterne siempre fue demasiado sensible a la belleza: tal vez ese fue su karma. También se conservan algunas de sus pinturas y dibujos a lápiz, de líneas fluidas. Una pintura representa el patio de la casa donde vivieron el último año de sus vidas; el otro es un retrato de Modigliani.
Amedeo vivía escindido entre la certeza de su talento y la evidencia de su fracaso;. Sobre todo temía morir pronto y espantaba el miedo con el frenesí. A finales de 1918 tuvieron una niña, Giovanna, que con los años escribiría la mejor biografía de Modigliani. Su padre seguía tosiendo sangre, su madre trataba de ocultar las lágrimas para posar como modelo de su amante devastado. Cuando Modigliani consiguió exponer en la galería Berthe Weill, la policía clausuró la muestra por ultraje al pudor. Son desnudos de sexualidad incendiaria que hoy suscitan la admiración universal, pero entonces prendían el escándalo. Se refugió de nuevo en el alcohol y otras dependencias, y los parroquianos de los bares de Montparnasse lo vieron declamar versos de Rimbaud y de D’Annunzio.
Modí y Jeanne vivían dentro de un interior de rayos luminosos y sombras tétricas, habían construido un ecosistema de gritos y susurros. Habían compartido lágrimas, se habían abrazado como náufragos y se habían convertido en hermanos siameses. Cuando la cirugía los separó, ella se sintió ¿demediada? Habían escrito sus destinos en la carne del otro y la carne no miente. Ni perdona. Esa carne fue su horóscopo. Amedeo Modigliani, hechizado por los enigmas del alma de su amante, la desnudaba de noche y la pintaba de día, pero nunca llegó a saberlo absolutamente todo de ella. Nunca llegó a saber que para ella amar era lo mismo que morir si moría él.
Modigliani, el solitario atormentado, el anarquista ebrio, el politoxicómano creativo, había frecuentado la piel de una legión de mujeres, pero su fantasía sólo quedó atrapada en la lealtad mineral de aquella artista adolescente herida por las estocadas del amor hasta la muerte. La había retratado no menos de 27 veces, pero nunca quiso que ella posara desnuda. El pintor, que no había dudado en retratar sin ropa a cualquier mujer que estuviera dispuesta a posar para él, no quería sin embargo que nadie viera la desnudez de Jeane Hébuterne. El amor y el secreto del otro eran lo mismo para él. Bañado en sudor y delirios, Modí falleció, el 25 de enero de 1920, en el Hospital de la Caridad. Estaba enfermo de meningitis tuberculosa. Eso dijeron los médicos. Nevaba sobre París. Al día siguiente, una inconsolable Jeanne supo que no podía vivir sin aquel hombre raro y mal compañero, que no podría extirparlo de su alma y espantar la reverberación del espanto. No esperó más. A las cuatro de la mañana de aquel domingo, abrió la ventana y se arrojó al vacío. El pavor es tanto la imposibilidad de la huida como la del contacto. El pavor y el espanto le abrieron a Jeanne las ventanas del quinto piso de la rue Amyot, enferma de un olvido imposible. Los vecinos que oyeron el estrépito, se asomaron a la calle gélida y contemplaron con estupor lo que quedaba de aquella mujer joven una vez que la vida le había arrancado de su lado al ser que amaba: un cadáver hermoso.

MODIGLIANI, PINTOR, HOMBRE Y MALDITO



Era bajo y adicto a los excesos, pero tremendamente exitoso con las mujeres. Aunque a muchas las maltrató, incluso físicamente, ninguna le olvidó y todas le amaron intensamente. Dos de ellas se suicidaron, una cuando el pintor la abandonó y otra al morir éste, a los 35 años. Una ambiciosa exposición de sus desnudos y retratos revela cómo veía Amedeo, “El Maldito”, el mundo de desenfreno que le rodeaba.

sábado, 13 de noviembre de 2010


Era tan tan bella, tan tan dulce que sólo pude soñarla.

Y cuando se durmió, el dinosaurio aun no había llegado.

NOCHES EN PRAGA


En medio de la noche me resulta, al menos dulce, un poco más, el hecho de saber que en el medio de la noche soñé con que estaba despierto, ya nada fue lo mismo, quedé desorientado y con insomnio.