martes, 15 de febrero de 2011

Alguien me dijo, la muerte no es tan mala, si estás del laldo del asesino


Alguien me dijo, hace un tiempo: la mayoría de los hombres suelen dormir "boca a bajo", y la explicación que recibí fue que los hombre que toman esta postura es que "no están tranquilos con su vida". La explicación, lejos de parecerme delirante, me pareció, sí, inquietante. Quien duerme "boca arriba", lo hace desde la tranquilidad de sus actos, no esconde su cara" no tiene de qué arrepentirse, esto no habla siquiera de sinceridad o de ser o no una buena persona, sino más bien de estar "en paz y tranquilos con uno mismo". desde entonces tengo la extrañeza, debo reconocerlo, de indagar en las distintas posturas a la hora de conciliar (o pelear, tal mi caso) el sueño. Es una de las pocas obsesiones que he sabido mantener, muy a mi pesar. Y de inmediato pensé en aquellos escritores llamados "los malditos". Se ha bastardeado esta noble distinción, al punto de que cualquier escritor medio "rarito" se cuelga o le cuelgan el título de maldito por el sólo hecho de "parecer un loco o un extravagante. Celine, Arteau, el Marqués de Sade, Varón Visa ( más su vida que sus mediocres libros, claro está), Lamborghini, Osvaldo, y algún que otro que no se ha salvado de su merecido irreconocimiento entre sus contemporáneos, tal vez, esto, como algo indispensable a la hora de colgarse la cocarda. El maldito no es, como se lo quiere hacer ver, una escritor que escribe desde la irreverencia ( a veces oportunista) ni el que lo hace de temas tabú. No. El maldito es el que, por excelencia no escribe para los demás, ni siquiera lo hace para sí. Me bastaría con saber si ellos, los malditos, dormían boca abajo o boca arriba...


P ¿El Niño proletario, es un mito Populista?


O.L. ¿Querés que te diga la verdad? ¿Cuál es el gran enemigo? Es González Tuñon; los albañiles que se caen de los andamios, toda esa sanata, la cosa llorona, bolche, quejosa, de lamentarse. Una ideología siempre te propicia para pelotudeces, pero también para mitos heroicos. Cuando te criás dentro de mitos heroicos me parece abyecto quejarse. Esto es poesía quejosa, hacer esta especie de orgullo de padre proletario, que se levantaba a las cinco de la mañana con sus manos callosas; que traía pan crocante a la mesa. Es hacer descansar una cultura en este pobre tipo que vino de Italia a laburar acá. Es una cosa no contra Castelnuovo; no importa lo que él piense como subjetividad. En los textos la ideología actúa, la ideología sube al escenario y representa su papel. Al nivel del cuento que aparece en Vidas Proletarias, de Castelnuovo donde al tipo, al anarquista lo persigue un oficial de investigaciones y él llega a su casa y pide a la madre que lo proteja. Entonces la madre lo protege. Es un policía dedicado a torturar a este anarquista. Esto es lo que yo le copio en "El Niño Proletario": los tres burgueses ven pasar al niño proletario y se vuelven locos y lo quieren matar, están dedicados a él. Entonces lo agarra y viene el oficial Gómez, que es el que siempre lo tortura, entonces el tipo le dice a la madre que apague las luces, entra el policía, se arma un buen ruido, se prenden las luces, y está la madre muerta, desangrándose en el suelo y el policía que se ríe y dice: quiso matarme a mí y mató a su madre. No hay, te digo, una cosa personal con Castelnuovo, más bien con la ideología liberal de izquierda, esa cosa llorosa. Es decir, que los escritos tienen que valer por el sufrimiento que venden y por las causas nobles de ese sufrimiento.s dem´s, el que se ha bajado de los llamados principios morales de su tiempo, el que escribe a sabienda de que la traición es el motor, el qie relata sin tomar partido, el que besa y mata en cada frase, al que nada le importa más que senatrse y escribir, con lmisma cadencia un ultraje que la confesión de un hombre atormentado, es que el maldito no lo juzga, nisiquiera lo comparte, ni lo aborrese, sólo, y esta es su naturaleza, se atiene a describir u hecho que pueda o no haber pasado por la vida, sólo le basta con que la historia halla hecho pie en su cabeza. Cuánta razón tenía Lamborrghini al decir en un reportaje ( sobre su cuento"El niño proletario".


Referencia: Lecturas críticas: revista de investigación y teorías literarias, Buenos Aires, Año I, Nº 1, 1980, p. 48-51.

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